Moulin Rouge
domingo, 4 de agosto de 2013
Moulin Rouge: un alimento muy completo para todos los sentidos
¿Cómo se puede resumir mejor un amor y una película, si no es con esta frase de Elton John? Al igual que hizo en su film “Romeo y Julieta” (1996) Baz Luhrman, el director, vuelve a sorprender demostrando su maestría con el manejo de los colores, las luces, los movimientos y todos aquellos recursos que hacen que los espectadores de sus películas se sumerjan en un mundo de ensueño. Moulin Rouge (2001) es un musical totalmente barroco y desde luego, Baz Luhrman es el Mozart del cine moderno.
En estos tiempos en los que prácticamente está todo inventado, innovar es un ejercicio tremendamente difícil. Sin embargo, como todo lo grande en esta vida, Moulin Rouge siempre tendrá sus más fieles partidarios, y a la vez también sus detractores, aquellos que no calificarían esta maravillosa película como una obra completamente renovadora y original. Es normal que haya sido motivo de controversia, porque es una historia tratada de una manera muy singular, solo alguien como Baz Luhrman puede permitirse la licencia de introducir elementos tan peculiares como la máquina de escribir del protagonista, cuando aún faltaban años para ser inventada.
Además es evidente que un medio como el cine ha explotado ya gran cantidad de giros y puestas en escena que han exprimido el filón de casi todos los géneros, desde el drama a la comedia, pasando por el propio cine musical.
Y quizá por eso esta película desagrada a tanta gente, porque, muy lejos de ceñirse a los cánones cinematográficos vigentes, se adentra en terrenos que pertenecen más al teatro, a la pintura o incluso al cómic, y los mezcla en una deliciosa amalgama de referencias visuales que cristalizan en un espectáculo irrepetible fruto de la creación de un auténtico genio.
Los amantes del musical clásico la odiarán por su osadía visual y su vertiginosa filmación, pero Moulin Rouge reinventa el género, tanto a nivel visual como musical, pues la impresionante partitura de la música que utiliza, basada en temas clásicos, es una genialidad que solo aquellos que no entiendan ni un ápice de música se atreverán a criticar. Mezclar, armonizar y adaptar toda esa serie de obras tan conocidas es un trabajo ímprobo y completamente revolucIonario, ya no solo por la variedad de temas y estilos manejados, sino por la impecable mutación de géneros con la que Craig Armstrong (genio entre los genios, por cierto) ha impregnado clásicos como “El tango de Roxanne” del grupo The Police o “Show must go on”, del grupo Queen.
Obra densa y visionaria, completamente alejada de la estética tradicional y fruto de una mente rebosante de creatividad. Absolutamente perfecta, única e irrepetible. Moulin Rouge es un posible futuro del musical y de una nueva forma de hacer cine. El guión destila poesía en sus diálogos, crea secuencias memorables, planos y travellings imposibles, de insólita y acertada función narrativa a la vez que conjuga la excelente labor de todos los actores sin excepción, donde sin lugar a dudas destaca la sobrecogedora interpretación tanto a nivel interpretativo, como a nivel musical de Nicole Kidman (Eyes wide shut, 1999). Tampoco la de Ewan McGregor (Begginers, 2011) se queda atrás.
Quizá su mayor mérito sea haber sido capaz de entramar con mucho acierto la espectacularidad más apabullante con la profundidad de una bellísima historia de amor contada con un estilo narrativo cercano al clasicismo. Ambientada en el París bohemio de principios de siglo, somos mudos testigos presenciales de la intensa, triste y apasionada historia de amor entre Satine, la estrella cortesana del Moulin Rouge y un joven escritor en busca de fortuna.
Film infinitamente hermoso, a la par que amargo, de un romanticismo tan intenso que produce escalofríos. Con él llegamos a tomar conciencia del elevado precio que hemos de pagar por amar y ser amados y de la herida permanente que dejan en nuestra alma los recuerdos.
En definitiva, una película extremadamente viva, solo apta para espectadores de elevada sensibilidad y gran capacidad de adaptación a las múltiples referencias culturales y artísticas manejadas con gran destreza por Luhrman.
Una auténtica delicia para los sentidos.
Publicado por María Jesús Pérez Girón
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